Ubicado al norte de Namibia y con una extensión de 22.270 km2, el Parque Nacional de Etosha es uno de los santuarios de vida salvaje más importantes de África y el lugar perfecto para ir en busca de los “big five”. Su principal ventaja es que se puede hacer por libre, sin la necesidad de tener que contratar un tour. Durante nuestra ruta por Namibia y Botswana estuvimos dos días recorriendo Etosha y la experiencia fue increíble.
ETOSHA, SAFARI POR LIBRE, TODOS LOS CONSEJOS
Cruzar el parque por libre es muy sencillo pero conviene tener en cuenta algunos consejos prácticos antes de ponernos en ruta.
¿Cuándo es la mejor época para visitarlo?
Etosha se puede recorrer en cualquier momento del año, pero sin duda es la época seca, de junio a noviembre, en el invierno austral, cuando hay más posibilidades de ver fauna salvaje ya que los animales se concentran en torno a las charcas o waterholes en busca de agua.
¿Y el mejor momento del día para la visita?
La mayor actividad de animales se suele dar o bien a primera hora de la mañana o bien a ultima de la tarde. Hay que tener en cuenta que los campings abren al amanecer y cierran un poco antes de la caída del sol. Existe también la posibilidad de contratar, ya con guía, un safari nocturno por 660 dólares namibios. Cada camping tiene una charca artificial con gradas donde poder disfrutar de Etosha por la noche y de los animales que decidan visitarla.
¿Qué tipo de vehículo necesito?
Etosha se puede recorrer perfectamente con un coche “normal”, no es necesario contar con un “4×4”. Pero hay que tener en cuenta que los diferentes puntos de interés del parque esta conectados por polvorientos caminos de tierra que en época de lluvias pueden convertirse en un barrizal.
¿Cómo conducir dentro del Parque?
La velocidad máxima permitida por los caminos del interior de Etosha es de 30 km/h, los animales se pueden cruzar en cualquier momento por la carretera y el ruido de nuestro motor puede asustarlos y hacer que se alejen, por lo que conviene no sobrepasar el límite. Existe un camino principal que recorre el Parque del que salen bifurcaciones hacia las charcas o waterhole marcadas por hitos que indican la distancia hasta ellas. Perderse por el parque es casi imposible, aunque conviene contar con un buen mapa, en la propia oficina de registro te dan uno pero no de muy buena calidad.
¿Dónde dormir dentro de Etosha?
Es recomendable pasar al menos dos noches dentro del Parque para poder disfrutar con tranquilidad del mismo. Etosha cuenta con tres campings: Namatoni, Halali y Okaukejo, separados entre sí por 70 kilómetros. Especialmente en temporada alta conviene reservar con antelación a través de su página oficial . Todos los campings cuentan con una zona de bungalós y otra de parcelas para acampar, todas ellas con punto de luz y barbacoa propia además de zonas de baños y duchas cercanas (bastante cuidadas). El precio de la parcela de camping es de 250 dólares namibios por día más 150 por persona y día.
¿Se puede comprar dentro del Parque?
En todos los campings hay restaurantes con una amplia variedad de platos y bebidas además de una tienda en cada uno donde comprar todo lo necesario ya sea para hacerte tu propia comida (incluido leña para las barbacoas) o mapas y artículos de recuerdo. Eso sí, el precio es superior al del resto de Namibia y las cantidades son limitadas, mejor ir a primera hora o podemos quedarnos sin lo que buscábamos.
ETOSHA, EN BUSCA DE SUS ANIMALES
Accedimos al Parque Nacional de Etosha por una de sus entradas, Von Lindeguist Gate, a unos 110 kilómetros de la localidad de Tsumeb donde habíamos pasado la noche. Al llegar hay que registrar tanto al vehículo como a los ocupantes, se paga una tasa de 80 dólares namibios por persona y día y 10 más por el vehículo, es importante guardarlo hasta la salida ya que nos lo pedirán.
Etosha es conocido como el gran lugar blanco por la enorme cantidad de carbonato que conforma el salar o pan principal, visible en muchas partes del recorrido. Nuestra intención era quedarnos un día en el camping de Halali y al siguiente hacer noche en Okaukejo mas cerca de la puerta de salida hacia Outjo, que sería nuestro siguiente destino, pero al no haber reservado no había plazas en este último, por lo que hicimos las noches en Halali ubicado en el centro del parque.
En los días que habíamos estado en Botswana habíamos tenido la oportunidad de ver gran cantidad de herbívoros pero nos faltaba encontrarnos con el “rey de la selva” y, con el escurridizo leopardo, así que ¡allí vamos! Cruzamos el gran parque nacional de Ethosa por libre, sin duda una de las grandes aventuras que cualquier viajero quiere hacer.
El primer día lo dedicamos a recorrer las charcas cercanas al camping de Namutoni, subiendo hasta Klein Okevi, con vistas al Pan, pero solo nos topamos con algunas cebras y ñus, de vuelta paramos en Chudob donde tuvimos la suerte de ver en la misma charca jirafas bebiendo agua, elefantes y todos tipo de antílopes.
Continuamos desviándonos en cada bifurcación, parando en todos los waterhole donde orix, kudus, springboks, grandes manadas de cebras y ñus se cruzaban en nuestro camino. Dos enormes rinocerontes nos esperaban casi junto al camping al que llegamos “por los pelos” ya que estaban cerrando las puertas.
Después de descansar nos acercamos al waterhole de Halali, perfectamente preparado e iluminado para esperar durante la noche a que se acerque algún animal, y tuvimos suerte ya que 3 rinocerontes machos, median sus fuerzas para cortejar a la hembra que parecía no prestarles mucha atención.
El segundo día nos levantamos muy temprano, como ya hemos dicho en alguna ocasión uno de los mejores momentos para ver animales es el amanecer. Pusimos rumbo hacia el oeste, parando como en el día anterior, en la casi todos los desvíos. Fueron otros visitantes los que nos “chivaron” donde habían visto leones y por supuesto que les hicimos casos y allí fuimos. A lo lejos, varias leonas y sus cachorros descansaban después del festín de la noche anterior, lentamente se acercaron a la charca de la que nos encontrábamos a escasos 20 metros para beber. Dos hienas no paraban de increpar a la manada en un intento vano de que se alejaran del lugar.
Continuamos cruzando el parque en busca de sus inquilinos y hoy seria nuestro día de suerte, pasado el camping de Okaukejo, nos topamos con los restos de una jirafa que no había tenido tanta suerte, una enorme manada le había dado caza hacía varios días. No muy lejos, como si de Nala y Simba de El Rey León se tratara, allí estaban dos leones haciéndose arrumacos mientras descansaban.
De vuelta más ñus, cebras, jirafas y chacales se cruzaron en nuestro camino, uno de los animales que más gracia nos hicieron fueron los suricatos con su peculiar forma de moverse.
Después de descansar un rato en la piscina del camping salimos de nuevo a recorrer los polvorientos caminos y nos topamos, más cerca que nunca de nuevo con otra manada de leonas, a escasos 2 metros de nuestro coche, descansaban 8 de ellas. Hay que reconocer que su presencia impone y mucho.
Merece la pena también acercarse hasta el punto conocido como Etosha Pan, un mirador perfecto para apreciar la inmensidad de su salar y, porque no, conseguir alguna foto graciosa al atardecer.
Parecía que se nos iba a resistir el guepardo, pero de vuelta al camping, de nuevo otros turistas nos indicaron donde poder verle, allí estaba bajo un árbol descansando.
Sin duda Ethosa nos estaba encantando pero fue el último día, de camino a la salida Anderson Gate, cuando vivimos en directo el espectáculo del ciclo de la vida, una manada de leonas y varios machos acababan de matar una jirafa. Todos ellos, incluidos los cachorros estaban alimentándose. Una de esas imágenes que se quedan grabadas para siempre.