Elevada sobre la llanura, en lo alto de la colina de Cabeço de Monsanto, encontramos la pequeña aldea de Monsanto, una de las más bellas y curiosas de Portugal. ¿Qué podemos ver y qué la hace tan especial? lo maravilloso de Monsanto es que sus casas están incrustadas en enormes moles de granito que se han desprendido de la propia montaña, un escenario de película en el que parece que los edificios vayan a ser “aplastados” por las rocas en cualquier momento.
Monsanto se encuentra en el Concello de Idanha-a-Nova, a escasos 20 km de la frontera con España, en concreto con la provincia de Cáceres. Gracias a su posición estratégica cuenta con una dilatada historia, pues sus calles han visto pasar a romanos, visigodos, árabes o templarios y ha sido lugar habitual de las disputas entre los reinos de Portugal y Castilla.
Monsanto fue bautizada como “la aldea más portuguesa de Portugal” en 1938, cuando ganó el premio al pueblo mejor conservado y que menos había cambiado a lo largo de la historia de Portugal. Como reconocimiento se le hizo entrega de un gallo de plata, que se colocó en lo alto de la Torre del Reloj. Monsanto forma parte, junto con otras aldeas portuguesas como Sortelha, del conjunto de Aldeas Históricas de Portugal.Qué ver en Monsanto, la aldea más portuguesa de Portugal
La mejor manera de conocer la aldea medieval de Monsanto es deambular por su entramado de calles empedradas mientras disfrutamos de la imagen surrealista que nos ofrece, con sus casas incrustadas en la roca verde por el musgo y con la pequeña sensación de que en cualquier momento una de esas enormes bolas de granito comenzara a rodar hacia nosotros. En el Posto de Turismo de Monsanto, situado en la Rua Marques da Graciosa, nos pueden facilitar mapas y todo tipo de información sobre el pueblo y su entorno (donde se pueden realizar varias rutas de senderismo de diferente exigencia).
Entre sus edificios de piedra destaca la Iglesia Matriz o de San Salvador y la Iglesia de la Misericordia, que data de 1420 y en la que encontramos la Torre del Reloj o Torre Lucano, en lo alto de la cual está el famoso gallo de plata de Monsanto. También las numerosas capillas o capelas que salpican sus calles, como la Capela do San Antonio, junto a la antigua puerta de la ciudad del mismo nombre, o la Antigua Capella do Socorro.
Uno de los puntos más curiosos de Monsanto es la conocida como “la gruta”, una casa excavada en la roca a la que se puede acceder de manera gratuita y que sirve para hacerse una idea de cómo es el interior de las viviendas del pueblo.
Pero el lugar más destaco de la visita al pueblo, es el Castillo de Monsanto, que data del Sg. XII y hoy en día está catalogado como Monumento Nacional. Alfonso Henriques, primer rey portugués, conquisto la ciudad a los musulmanes en 1165 y se la entregó a la Orden de los Templarios quienes levantaron el castillo. Durante siglos se trató de un lugar estratégico, donde se libraron decenas de batallas, hasta que en el Sg. XIX tuvo lugar una explosión en el almacén de municiones que lo dejó prácticamente en ruinas.
Para llegar hasta el Castillo hay que tomar la bonita y muy empinada Rua do Castelo, que nos llevara hasta las puertas del castillo y cuyo interior se puede visitar libremente. Entre sus ruinas encontramos parte de la muralla, la Porta Traiçao o las Torres de Lucena y Sineira así como la Capella da Santa María do Castelo del Sg. XIII.
Además, el castillo que se sitúa a 758 metros sobre el nivel del mar, es un excelente mirador y en el pudimos disfrutar de uno de los atardeceres más bellos de nuestro paso por Portugal. La Capella de San Miguel, a los pies de las murallas, es una de las bellas de Monsanto y en ella podemos encontrar varios nichos antropomórficos cavados en la roca.
Pero si tenemos que hablar de un mirador en Monsanto este sería, sin duda, el conocido como “miradouro”, lo encontraremos subiendo por la Rua do Castello a la derecha tras pasar la Rua do Anoques. Se trata un precioso mirador al pueblo donde encontraremos baños públicos y mesas de picnic.
Monsanto ha sabido permanecer prácticamente intacta durante siglos, adaptándose a los nuevos tiempos. Así, muchas de sus casas más características son en la actualidad alojamientos turísticos o se ha reconvertido en restaurantes donde disfrutar de la gastronomía local como la Adega Tipica O Cruceiro o la Taverna Lusitana.
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