Después de un largo día atravesando la increíble Skeleton Coast y visitando los leones marinos de Cape Cross, llegamos casi de noche a la ciudad de Swakopmund, la segunda más grande Namibia después de la capital, Windhoek.
SWAKOPMUND, UNA CIUDAD ALEMANA EN NAMIBIA
Nada más cruzar el paseo rodeado de palmeras que nos da la bienvenida a la ciudad, tenemos la impresión de haber llegado a Europa, en los más de diez días que llevábamos en nuestra ruta por Botswana y Namibia no habíamos encontrado hasta ahora una ciudad tan parecida a las del viejo continente. Lo primero que llama la atención de Swakopmund es su marcada arquitectura colonial, esto es debido a que fue ocupada por los alemanes en 1892 cuando era un importante puerto comercial, quedando en la actualidad como una ciudad de vacaciones para las clases pudientes alemanas. Pero como sucedió en la mayor parte de África, la ocupación no fue para nada pacifica y las poblaciones Herero y Nama que habitaban estas tierras fueron desplazadas, llegando incluso a sufrir torturas y asesinatos. La segregación racial derivada de estos enfrentamientos todavía es palpable a día de hoy en la ciudad, el extrarradio está ocupado por modestas construcciones muchas de ellas chabolas, en las que vive la población negra, mientras que el “centro” está ocupado por los colonos blancos que son además los dueños de los negocios orientados en su mayoría al turismo, base principal de la economía de la ciudad.
El centro de Swakopmund se puede recorrer a pie fácilmente, disfrutando de sus agradables cafés, cervecerías típicas alemanas, numerosas librerías y tiendas de artesanía, la zona comercial más importante se desarrolla en torno a la calle Ankerplatz que además es peatonal.
También merece la pena acercarse hasta la playa y comprobar la furia con la que azota el océano atlántico estas costas, destaca su faro y el muelle donde están algunos de los más reconocidos restaurantes. Swakopmund es famosa sobre todo por su marisco y pescado fresco, pero nosotros elegimos cenar en el conocido Kucki´s Pub decorado con una mezcla de pub alemán con detalles namibios y donde probamos por primera vez la carne de orix, kudu y cebra.
La ciudad se ha convertido en una referencia para los deportes de aventura en Namibia. En Walvis Bay se puede hacer kayak entre leones marinos, pelicanos o cormoranes, pero la actividad estrella esta en las dunas, siendo posible surcarlas en un quad a toda velocidad o haciendo surf en ellas.
SANDBOARDING, SURF EN LAS DUNAS DEL DESIERTO DEL NAMIB
Swakopmund se encuentra en el inicio del Parque Nacional Namib Nukluft, que se extiende a lo largo de cientos de kilómetros hacia el sur de Namibia, albergando el desierto más antiguo del mundo, que se caracteriza por los tonos rojizos de sus dunas.
De las actividades que esta zona ofrece, la posibilidad de hacer sandboard por las dunas de este desierto rojo era la que más nos llamo la atención, por lo que decidimos contratar la excursión con la empresa Alter-Action, por un precio de 500 dólares namibios por persona. Quedamos sobre las 10 de la mañana en su oficina y pusimos rumbo hacia las dunas, situadas a 11 kilómetros al sur de la ciudad. La duna elegida, es una duna en forma de estrella con seis caras diferentes y una altura de 100 metros.
Nuestro guía nos repartió el material: tabla, botas y cascos, adecuados para cada uno y nos dieron unas pequeñas explicaciones sobre su uso en la arena, a diferencia de lo que podemos pensar, no tiene nada que ver con hacer snow en nieve ni tampoco se necesita mucha experiencia previa. Ya equipados subimos a la duna, sin duda la parte más agotadora de la actividad, pero en lo alto las vistas son totalmente increíbles.
Después de encerar las tablas comenzamos a deslizarnos con más o menos soltura. Resulta difícil conseguir incorporarse en la tabla pero la diversión está asegurada. Nos tiramos unas cinco o seis veces mientras los guías no paraban de grabarnos y hacernos fotos, con lo que harían un recopilatorio que nos enviaron posteriormente por mail. Pero la aventura no había terminado, anduvimos hacia el otro lado de la duna, con una pendiente mucho mas empinada y desde la que se ve el océano para tirarnos ahora tumbados sobre una tabla de madera. Al final de la bajada nos calculaban la velocidad a la que íbamos llegando incluso a los 80 km/h!!
Para reponer fuerzas después de una mañana de lo más divertida, nos repartieron unos sándwiches y refrescos antes de volver a por nuestro coche a la ciudad y poner rumbo hacia la zona de Sossusvlei atravesando el trópico de Capricornio.
Os dejamos el video que nos hicieron los compañeros de la empresa Alter-Action
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