Nuestra siguiente parada del recorrido por la antigua Ceilán sería el P. N. de Yala, situado en el sudeste del país. Se trata del segundo Parque Nacional mas grande y el más visitado, cuenta con una amplia variedad de flora y fauna, pero sin duda, la razón principal por la que la gente viaja hasta aquí es para poder ver al esquivo leopardo, ya que Yala cuenta con la mayor densidad de población de este felino de todo el mundo. En la actualidad unos sesenta leopardos viven en el Parque.
SAFARI POR EL PARQUE NACIONAL DE YALA, EL MÁS IMPORTANTE DE SRI LANKA
Buscando alojamientos por internet dimos con el Yala Eco Tree House, muy cerca de la entrada al parque y que cuenta con un gran atractivo: la posibilidad de dormir en una casa-árbol. El lugar es encantador, en mitad de la nada, tiene 4 casas-árbol, varios bancos, mesas y un comedor techado para los días de lluvia. El precio por cada casa está entre las 6000-7000 rupias. Además ofrecen la posibilidad de contratar con ellos el safari por Yala. Nosotros optamos por el “leopard safari”, desde las 5 de la mañana hasta las 12, en unos enormes y cómodos Jeeps donde cabíamos los ocho, nos costaron 5.500 rupias, con la entrada al parque incluida (que tiene un precio de 15 dólares), el guía y un picnic.
La entrada al parque se encuentra a unos 20 km de Tissamaharana, que es la ciudad cercana más grande y con mayores ofertas de habitaciones y de agencias, que ofrecen tours de medio día o de día completo a precios tan variados como nuestra capacidad de regatear.Llegamos a nuestras «casitas» del árbol sobre las 4 de la tarde con la vanet que habíamos contratado en Haputale en un viaje marcado por la lluvia y con algún contratiempo final, ya que nos quedamos atascados por el barro a unos 5 km antes de llegar y acabamos empujando la furgoneta para poder salir.
Éramos los únicos ocupantes aquel día, a sí que teníamos todo el recinto para nosotros. Nos repartimos en tres casas, haciendo realidad el sueño de cualquier niño, dormir en un árbol. El clima en Yala es totalmente distinto al de las Tierras Altas, las lluvias habían desaparecido y el calor apretaba de nuevo. Los dueños del recinto se ofrecieron, por unas rupias, a ir a comprar unas cervezas, además optamos también por cenar allí, aunque no hay otra alternativa, a no ser que lleves tu propia comida. Mientras preparaban la cena, otro de los guías nos ofreció a acompañarlo por los alrededores, aunque no es nada especial, nos sirvió para hacer tiempo y hambre. Al anochecer cierran las puertas del recinto para evitar la entrada de algún animalito.
Nos habían preparado una enorme mesa con la que sería, sin duda, la cena más rica de todo el viaje: arroz, ensaladas y un pollo a la parrilla, todo buenísimo. Los guías se unieron a la cena y pasamos una velada de lo más divertida.
Los animales de Yala, en busca del leopardo de Sri Lanka
El despertador sonó muy pronto, habíamos quedado a las 4:45h. Tomamos un te antes de salir y puntuales nos montamos en el Jeep camino a la entrada del parque. Esperamos en la puerta junto con otros vehículos a que el guía comprar las entradas y abrieran sobre las 5:30h. Comenzaba a amanecer lentamente mientras nos adentrábamos por Yala, podíamos vislumbrar que el paisaje es bastante árido, más parecido a cualquier sabana africana que a lo que hasta ahora habíamos visto en la verde Sri Lanka. Los primeros animales con los que nos topamos fueron los pavos reales, nos sorprendió con que agilidad vuelan hasta las copas de los arboles a pesar de su enorme tamaño. Varios grupos de ciervos se cruzaron en nuestro camino, además de ver y oír una gran variedad de pájaros de vivos colores y algún tucán.
Pronto nuestro guía recibió una llamada en su walki avisándole del lugar donde se había divisado un leopardo, rápidamente nos dirigimos hacia allí. Ya había varios Jeep aparcados cuando llegamos observando y fotografiando un árbol…y ¡¡sí!! un leopardo descansaba en una rama ajeno a todo el revuelo montado a su alrededor. Esperamos un buen rato y al final conseguimos ver de forma muy esquiva al leopardo de Yala.
Continuamos la visita por los caminos polvorientos del parque hasta que nos cruzamos con un enorme elefante, que sin ningún miedo, se acercaba a los vehículos.
Sobre las 10 de la mañana paramos en una de las zonas más afectadas por el terrible Tsunami de 2014. Su paso aun es visible. Justo donde nos sirvieron el picnic, están las ruinas de un antiguo hotel que quedó destrozado (algo macabro para nuestro gusto). Paseamos por la playa y volvimos de nuevo al Jeep para continuar con la visita.
Pronto nos encontramos con una de las mejores escenas del día: una mama elefanta comía tranquilamente con sus dos pequeñines, uno de ellos de escasos meses, junto al camino. Aprovechamos que estábamos solos para contemplarlos largo rato.
Ya de vuelta, nos paramos en un lago donde además de gran número de aves pudimos ver como los cocodrilos tomaban el sol en la orilla.
En definitiva, la visita al P.N. de Yala había cumplido con nuestras expectativas de ver animales, quizás nos falto estar más cerca del leopardo, pero es la excusa perfecta para volver.
De vuelta al Yala Eco, recogimos nuestras mochilas y es aquí donde tuvimos uno de los momentos más feos del viaje. Tocaba pagar y al ver la factura nos quedamos de piedra: 850 euros, cuando habíamos acordado prácticamente la mitad, además de querer cobrarnos el traslado a Tissa que nos habían dicho que estaba incluido. Indignados no paramos de discutir hasta que recordamos que teníamos guardados los mails con las tarifas, no tuvieron más remedio que modificar la cuenta a lo acordado inicialmente.
A pesar de ello nuestro recuerdo es bueno, dormir en una casa árbol tan cerca del Parque Nacional de Yala es una experiencia única, además disfrutamos muchísimo del safari, pero en su momento, esto nos amargo un poco la despedida de Yala. De nuevo en el Jeep y con cara de pocos amigos nos llevaron hasta la estación de autobús de Tissa, desde donde partimos hacia las playas del Sur.
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