Albarracín, en la provincia de Teruel, suele encabezar los listados de “Pueblos más bonitos de España” y razones para ello no le faltan. Además de por su magnífico casco antiguo de origen Medieval, Albarracín se levanta en un entorno privilegiado, encaramado en lo alto de una colina sobre un meandro del rio Guadalaviar y rodeado por los Montes Universales. En 1961 fue declarado Monumento Nacional y, en la actualidad, se encuentra propuesto para formar parte del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Albarracín, conocido como “Nido de Águilas”, por ser un feudo casi inexpugnable y de difícil acceso para todo aquel que quería conquistarlo tiene una enorme historia que se remonta a la Edad del Hierro, como atestiguan las numerosas muestras de pinturas rupestres que podemos encontrar en sus alrededores. Los musulmanes dejaron una enorme impronta en la ciudad, de hecho el nombre de Albarracín deriva del árabe al-Ban-Razin, la ciudad de los hijos de Razin. Posteriormente paso a manos cristianas, en concreto a la familia de origen navarro Azagra que mantuvo Albarracín como un feudo independiente del Reino de Aragón hasta su conquista por el rey Pedro III en 1285.Cómo llegar a Albarracín desde Teruel, Zaragoza o Madrid
Albarracín se encuentra en la provincia de Teruel, rodeado por los Montes Universales y la propia sierra de Albarracín, un entorno montañoso increíble que nos invita a descubrir más lugares de la zona, como el Nacimiento del Río Tajo o el Barranco de la Hoz, es por ello que la mejor opción para visitar Albarracín es en coche, además, lamentablemnte, apenas hay un único autobús al día que conecta con Teruel, la capital de provincia. Una vez en Albarracín, debemos dejar el coche en alguno de los parkings gratuitos habilitados a la entrada, ya que la circulación en el casco antiguo está restringida. Durante los fines de semana y temporada alta, suelen estar completos por lo que conviene madrugar.
… desde Teruel
Para llegar a Albarracín desde Teruel hay que seguir la N-234 hasta el cruce con la comarcal A-1512, 37 kilómetros por una carretera serpenteante que cruza la preciosa sierra de Albarracín.
… desde Zaragoza ó Madrid
Zaragoza, por su parte, se encuentra a 178 kilómetros de distancia, que se recorren en unas dos horas. La mayoría del viaje se hace por la autovía A-23 hasta el desvió con la A-1512. Por el contario, si venimos desde algún punto más alejado de la Península, como Madrid, a unos 300 kilómetros, hay dos opciones para llegar, nosotros recomendamos ir por la A-2 hasta Alcolea y allí coger la N-211 y seguir las indicaciones hasta Albarracín.
Si disponeis de tiempo, os recomendamos pasar al menos dos días conociendo Albarracín y sus alrededores y si tenéis niños, sin duda, la visita a Dinopolis, en la capital turolense, es casí obligatoria. Aquí os dejamos nuestro Post sobre el “Parque Jurásico” de Teruel.Qué ver en Albarracín, uno de los pueblos más bonitos de España
Albarracín está dividido en dos zonas: la vega, o zona baja, junto al río Guadalaviar, con calles amplias y llanas, y el casco antiguo, que parece estar “colgado” en la colina, y que lo forman una maraña de estrechas callejuelas y escaleras que nos transportan a la época Medieval.
Sin duda, la mejor manera de conocer Albarracín es perderse por sus calles empedradas, disfrutando de los rincones con encanto y los miradores que nos ofrece la ciudad. También es posible sumarse a alguna de las visitas a pie guiadas que se ofrecen por el pueblo, una gran manera de conocer algo más de su historia. En cualquier caso estos son los lugares que no debemos perdernos en una visita a Albarracín:
La Plaza Mayor de Albarracín
La Plaza Mayor es el centro neurálgico de la ciudad, aquí se levanta el Ayuntamiento, del Sg XIV y en el que destaca su entrada porticada. Desde uno de los laterales de la plaza se abre un precioso mirador con vistas a la Iglesia de Santa María, la más antigua de la ciudad y junto a la que encontramos la Torre de Doña Blanca.
Doña Blanca era una princesa de la Corona de Aragón, tras la muerte de su padre, el Rey, su propio hermano le obligo a exiliarse a Castilla por temor a que pudiera arrebatarle el Reino. Con gran pesar, Doña Blanca puso rumbo a su exilio parando en la ciudad de Albarracín para descansar y que en aquel momento estaba en manos de la familia Azagra. La princesa fue recibida con devoción por el pueblo, que quería que se instalara allí a vivir, pero los gobernantes, por temor a posibles represalias, no estaban por la labor. Pasaron los días, pero Doña Blanca nunca partió de Albarracín y tampoco se supo que pasó con ella, pues su cuerpo no apareció, algunos dicen que murió de pena, otros que fue asesinada. Lo que si se cuenta desde entonces, es que en las noches de luna de llena de los meses de verano, se puede ver alrededor de la Torre Blanca, una sombra blanca, que desciende por la colina hasta llegar el río, donde desaparece.
El Portal de la Molina
es uno de los puntos más importante y fotografiados de Albarracín, un cruce de caminos que nos lleva hacia la Catedral, el Castillo y la propia Plaza Mayor.
Andando entre casonas y palacios
Albarracín está repleto de casonas y palacios, entre las más importantes encontramos la Casa de los Monterde, donde destaca el escudo de armas de la familia, los balcones y rejas con la forja tan característica de la arquitectura de la ciudad; la Casa de los Navarro de Arzuriaga, levantada en el Sg XVII que perteneció a una de las familias más influyentes de Albarracín, y que llama la atención por el color azul de su fachada; y la Casa Julianeta, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de la ciudad que destaca por la inclinación de sus paredes.
La Catedral del El Salvador
La Catedral del El Salvador es el centro religioso más importante de Albarracín. Se construyo en el año 1200, en el lugar que ocupo una antigua mezquita. En su fachada podemos encontrar elementos románicos y góticos, mientras que en su interior destacan el retablo de Cosme Damian Bas.
El Castillo de Albarracín y sus murallas
Esta fortificación fue construida por durante la época musulmana para servir de morada a Banu Razín y su familia. Se encuentra situado en la parte más alta de la ciudad y las vistas desde aquí son impresionantes. Entre los restos que podemos ver hoy en día, destaca la Torre del Andador.
Las Murallas de Albarracín son, probablemente, su mayor seña de identidad. Fueron construidas en el sg. XIV por los cristianos para servir de defensa contra aquellos que querían tomar la ciudad, y siguiendo el trazado de la propia colina en la que se levanta Albarracín. Sin duda merece la pena el esfuerzo de llegar y pasear por ellas.
… más cosas qué ver y hacer en Albarracín
Albarracín también cuenta con interesantes museos, como el Museo del Juguete, el Museo de la Forja o el propio Museo de la Ciudad, que nos acercaran a conocer más sobre la historia de la ciudad y su entorno. Este último, como hemos dicho, destaca por su increible belleza, no podemos perdernos recorrrer el paisaje protegido de los Pinares de Rodeno, junto al río y andar alguno de los muchos de senderos que rodean esta zona. Si necesitais más información os dejamos la web la Oficina de Turismo donde podemos recopilar todo lo necesario antes de ponernos en marcha.
Donde comer en Albarracín
Os vamos a recomendar dos restaurantes en base a las dos veces que hemos estado en Albarracín, por supuesto que hay muchos más que no hemos probado y que seguro tendrán una gran calidad, pero aquí os dejamos nuestra experiencia.
- La Taba (Travesía Catedral, 9), llegamos a este restaurante recomendados por varios amigos y la verdad que nuestra experiencia fue realmente buena. La Taba tiene una carta muy variada que podíamos definir como «comida tradicional con un toque diferente» además tiene opciones vegetarianas, veganas y sin gluten. El local está decorado con bastante estilo y el trato de los camareros fue perfecto, la relación calidad/precio es muy ajustada y como único punto negativo indicar que no se puede reservar y, al menos cuando fuimos nosotros, se llenó hasta la bandera.
- La Realda (Calle Diputación, 8), entramos a este pequeño restáurate de casualidad y nos gustó bastante. Ofrece comida casera en menú del día o platos a la carta con muchas opciones de comida tradicional. La relación calidad/precio es muy buena y como punto negativo solo podemos decir que el local es bastante pequeño, para unas 20 personas, pero si se puede reservar.
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