La región de Maramures, al norte de Rumania, es la gran olvidada por la mayor parte de los viajeros que recorren el país y que suelen centrar su visita en Transilvania. Pero si contamos con tiempo suficiente, la visita a Maramures es más que recomendable ya que nos encontraremos la Rumania más auténtica, más rural, rodeada de unos paisajes bucólicos plagados de pastos y colinas, donde sus tradiciones y folclore milenarios se mantienen intactas. En definitiva un viaje en el tiempo en pleno corazón de Europa.
Si hay un elemento que destaca en Maramures es la madera, materia prima utilizada en sus famosas Iglesias, de las que ahora hablaremos, pero también ocupa parte fundamental de la vida de sociedad de la zona, y fiel reflejo de ello son las puertas de la mayoría de las casas, talladas con dibujos, esculturas y símbolos tradicionales, que es su tiempo daban idea del estatus de la familia que vivía tras ellas.
Cómo llegar y moverse por Maramures, Rumania
Maramures está ubicada al norte de Rumania y hace de frontera natural con Ucrania. Se trata de una zona relativamente aislada, por ello, la mejor forma (por no decir la única) es en nuestro propio coche de alquiler. Podemos llegar desde la animada Cluj Napoca, a algo más de dos horas de viaje o, como en nuestro caso, desde el Este, después de visitar los Monasterios pintados de la Bucovina, en un trayecto que lleva más de cinco horas para hacer escasos 300 kilómetros.
La capital de la región es la poco atractiva ciudad de Baia Mare, que suele utilizarse como base para recorrer la región, ya que cuenta con una variada oferta de alojamientos, comercios y restaurantes.
Las Iglesias de Madera de Maramures
La razón principal para visitar Maramures es acercarse a conocer sus preciosas Iglesias de madera o como se les conoce en rumano, Bisericas. En la zona se mantienen en pie unas 40, pero sólo 8 de ellas fueron nombradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco es 1999.
Fueron construidas entre los Sg. XVII y XVIII, y son, en su mayoría, ortodoxas. El motivo por el cual se construyeron en madera se remonta a una prohibición de las autoridades austro-húngaras que prohibía levantar iglesias ortodoxas en piedra. Pese a su antigüedad, la mayoría se encuentran en un excelente estado de conservación.
Su disposición es bastante similar en todas ellas, ubicándose en el medio del recinto religioso y rodeadas por un cementerio. La estructura arquitectónica puede variar según la zona y el periodo en la que fuera construida, pero común en todas ellas son los altos pináculos que coronan la bóveda (que si están rodeados de 4 torrecillas, significa que era sede de jurisdicción).
El interior, bastante oscuro, está decorado con pinturas y alfombras típicas de la mayoría de las iglesias rumanas. En ellas el sacerdote da la misa de espaldas a los feligreses y existe una marcada separación entre hombres y mujeres.
Las ocho iglesias Patrimonio de la Humanidad son: Leud, Poienili Izei, Barsana, Desesti, Budesti, Surdesti, Poplis y Rogoz, que reciben el nombre de la población en la que se construyeron. Nosotros solo visitamos cuatro de ellas por falta de tiempo, aunque os recomendamos verlas todas si es posible.La iglesia de Surdesti (Iglesia de los Santos Arcángeles), cuya construcción se atribuye a Ion Macarie, en torno al año 1766, es la única consagrada al culto greco católico y no al ortodoxo. Con sus 72 metros de altura es una de las construcciones de madera más altas del mundo.
La Iglesia de Poplis, ortodoxa, está ubicada a escasos 6 kilómetros de la anterior y fue construida por el mismo arquitecto que la de Surdesti, aunque dos décadas más tardes. En el momento de nuestra visita la Iglesia estaba en obras, se estaba reconstruyendo todo su exterior.
La Iglesia de Budesti, dedicada a San Nicolás, se encuentra a unos 30 kilómetros al norte de la anterior de la Iglesia de Poplis. Fue construida en 1643 y es una de las más antiguas de Maramures. A diferencia de las dos anteriores, su campanario apenas alcanza los 30 metros de alto.
En su interior, además de las pinturas que decoran sus paredes, se expone una cota de malla de Pintea Viteazul, un forajido y héroe llamado el Robín Hood rumano.
Nacido en 1670 en el antiguo condado de Solnoc-Dăbâca en el seno de una familia acomodada rumana, a Pintea Viteazul le toco vivir durante la época del emperador Leopoldo I, años en los que las obligaciones fiscales y militares introducidas por el gobierno austriaco en Transilvania y Rumania ahogaban a las familias de todos los status y como consecuencia de ello nació un amplio movimiento de resistencia, conocido como la Rebelión de la Revuelta, de la cual nuestro protagonista fue activo participe. Según la leyenda, tras las revueltas, Viteazul entra en conflicto con los nobles regionales y decide luchar contra las injusticias sociales. Escondido en la región de Maramures aterrorizó durante años a los nobles locales que jamás pudieron atraparlo por mucho precio que pusieron a su cabeza. Diplomático, astuto y buen hombre Pintea fue considerada por los historiadores «uno de los rumanos más importantes del siglo XVII«. El 14 de Agosto de 1703 después de una emboscada, Pintea muere a tiros frente a la puerta sur de la ciudad Baia Mare, cerca del Bastión de los Carniceros.La Iglesia de Desesti, dedicada a Santa Paraskeva, está situada en una pequeña colina, a la que accede tras cruzar el cementerio, se construyo en 1770, después de que los tártaros incendiaran la iglesia de la población.
Algo curioso a la hora de visitar las Iglesias de Madera es que NO tienen un horario o un precio unificado. De hecho, lo normal, es que al llegar a ellas nos las encontremos cerradas, con un cartel en la entrada que nos indique el teléfono de la persona que tiene las llaves, para que la llamemos y nos la abra. En la Iglesia de Budesti cuando ya pensábamos que no podríamos visitarla por dentro, apareció la pequeña María, de 4 años, con un manojo de llaves casi tan grande como ella, para abrinos la Iglesia. Cómo decíamos tampoco hay un precio establecido, habíamos leído que algunas de ellas eran gratuitas, pero en todas las que visitamos nosotros, la persona que se encarga del mantenimiento, nos pidió 5 lei por la visita.
Cementerio Alegre de Sapanta (Sapantza)
Casi en la frontera con Ucrania, a escasos 2 kilómetros, encontramos uno de los lugares más curiosos de toda Rumania, el conocido como Cementerio Alegre de Sapanta o Sapantza.
Su creador fue el artista local Stan Ioan Patras, que en 1935 comenzó a escribir poemas en las tumbas de madera del cementerio para más tarde incluir dibujos de tonos vivos, llegando a decorar más de 700 tumbas. La idea era dar una visión optimista de la muerte, incluso afrontar esta con felicidad.
En las cruces, predomina el color azul, ya que según las creencias del artista, representa el cielo donde irían las almas de los difuntos, y en ellas se incluye tanto un poema, generalmente con un mensaje irónico o sarcástico, como un dibujo, que representa escenas cotidianas del fallecido o incluso de su propia muerte.
Este “curioso” cementerio se encuentra en medio del pueblo de Sapanta, rodeado por una muralla y cuya entrada tiene un coste de 5 lei por persona. Todo un imprescindible.
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