Continuamos nuetra ruta por Botswana y después de haber disfrutado del Delta del Okavango nuestra intención era llegar a Kasane, punto de entrada a Chobe y las Cataratas Victoria. Teníamos por delante algo más de 500 kilómetros y la intención de parar por el camino para visitar una parte del P. N. Makgadikgadi, se trata de una zona muy poco frecuentada por los viajeros ya que se encuentra fuera de las rutas turísticas habituales de Botswana, la información que teníamos sobre este Parque Nacional era muy poca pero aun así decidimos parar.
El Parque Nacional de Makgadikgadi fue declarado reserva en 1970, pero en los años 90 se sumo a la zona el Salar de Naxai, situado algo más al norte, pasando a ocupar una superficie total de 4900km2 y formando así el salar más extenso del mundo.
CÓMO LLEGAR A MAKGADIKGADI, BOTSWANA
Llegar a este parque nacional desde Maun es muy sencillo, basta con seguir la carretera asfaltada A-3 unos 162 km. La entrada esta por la puerta Makolwane, desde la carretera principal sale un desvío hasta allí, unos 9 kilómetros por un camino de tierra. Una vez en la caseta de entrada hay que registrarse, fue curioso ver como éramos los primeros turistas en varios días. Tienen pizarras donde anotan los avistamientos de animales en los diferentes puntos del parque. A partir de este punto es obligatorio e imprescindible, el uso de un 4×4 para continuar. También es importante tener en cuenta el tema del combustible, la guía Lonely Planet indica que existe una gasolinera en Gweta, entre la entrada al parque y la localidad de Nata, pero al menos cuando fuimos nosotros, septiembre de 2016, estaba cerrada por lo que es importante salir de Maun con el depósito lleno.
QUÉ VER EN MAKGADIKGADI POR LIBRE
Como ya hemos dicho Makgadikgadi ocupa una enorme extensión por lo que verlo entero, y menos en un día, es imposible. Con un mapa y la escasa información que nos dieron en la entrada, decidimos hacer el trayecto desde la puerta principal hasta llegar al camping de Khumaga, unos 50 km. Pronto comprobamos que el camino, por llamarlo de alguna manera, no iba a ser fácil debido a la acumulación de arena y los mucho y muy grande baches, pero había que seguir, esta es el África que estábamos buscando. El paisaje que nos rodeaba era espectacular, una inmensa sabana salpicada por acacias y pequeñas zonas de pastos, que en esta época, final de temporada seca, escasean. No tardamos en toparnos con dos enormes elefantes a escasos 20 metros del camino, la sensación es contradictoria, se mezcla la emoción con el miedo de pensar que pasaría si esos «animalitos» decidieran volverse contra nosotros.
Cuando se alejaron continuamos nuestra ruta pero pronto tuvimos el primer percance importante del viaje, nos quedamos atascados en la arena y es que no había forma de salir de allí. Cualquier esfuerzo por sacarlo no hacía sino empeorar la situación ya que la arena llegaba a mas de la mitad de la rueda. Dos horas nos costo, a base de empujar y quitar arena con las manos (una pala viene muy bien para estos casos), poniéndonos en peligro ya que no hubiera sido raro encontrarnos con algún depredador.
Con más cuidado proseguimos por el camino viendo a lo lejos varias manadas de elefantes hasta que un grupo de unas 60 cebras nos siguió, cruzándose por delante del coche y dejándonos con la boca abierta. Hay que recordar que este parque es famoso precisamente por las migraciones de cebras y ñus desde hacia el famoso rio Boteti.
Llevaríamos como unos 30-35 kilómetros recorridos y la cantidad de animales que aparecían ante nosotros no hacía más que aumentar, incluso nos topamos con dos esquivas jirafas, pero lo mejor estaba por llegar.
Muy cerca ya del camping de Khumaga aparecían varios desvíos a mano derecha, decidimos tomar uno de ellos y ante nosotros apareció la postal soñada de cualquier viajero que piensa en visitar las reservas Áfricanas: una enorme laguna en la que cientos de animales bebían y merodeaban. Es imposible describir aquel momento, nos sentíamos como espectadores de un documental de La 2, pero no, ahí estábamos nosotros, viendo elefantes, ñus, cebras y todo tipo de herbívoros incluso buitres a la espera.
No sabría decir cuanto tiempo permanecimos junto a la laguna hasta que decimos continuar hacia el camping, al que llegamos con la intención de comprar algo para comer pero no había nada, por lo que decimos volver por el mismo camino y salir del Parque para continuar, de nuevo por la carretera A-3 hasta la localidad de Nata. Este pueblo no tiene ningún atractivo destacable, sirve de cruce de caminos y como base para explorar la Isla de Kubu, otra parte del salar famoso por sus árboles muertos hace cientos de años. Pero para nosotros ya era tarde, paramos a comprar algo de cena y a tomar una cerveza en un bar típico donde compartimos incluso unos bailes con los lugareños. Todavía nos quedaba un buen tramo hasta llegar a Kasane y casi estaba anocheciendo, por lo que nuevamente incumpliríamos la máxima de no conducir por la noche y en este tramo sí que nos encontramos con bastantes elefantes junto a la carretera.
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