El Cráter del Ngorongoro es uno de los lugares más espectaculares que hemos tenido la suerte de conocer durante nuestra vida viajera, un santuario de vida salvaje, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y donde, entre otras maravillas, encontraremos la mayor densidad de grandes mamíferos del mundo. Una parada y safari totalmente obligatorio e imprescindible en un viaje a Tanzania.
La caldera volcánica del Ngorongoro es el cráter cerrado más grande del mundo, se formó hace algo más de 2 millones de años y tiene un diámetro de 20 km y unas paredes que superan los 600 metros de altura. En su interior podemos encontrar hasta cinco ecosistemas distintos: bosque, sabana, pantanos, charcas saldas y tierras áridas, lo que nos da una idea de la enorme diversidad que podemos ver dentro de él, una especie de “Jardín del Edén” en el que conviven infinidad de especies animales y vegetales, imposible observar juntas en otra parte del planeta.
La Zona de Conservación del Cráter del Ngorongoro fue creada con el fin de proteger los recursos naturales de la zona, promover el turismo y fomentar el impulso de las comunidades locales y las infraestructuras necesarias para todo ello. Por tanto, no se trata solo de conservar la vida salvaje, sino de mantener el equilibrio entre naturaleza y ser humano que ha existido durante miles de años.
Los Masai, son el pueblo que habita mayoritariamente en el Ngorongoro y sus arrededores, así como en otros puntos de Kenia y Tanzania. Aunque se definen como una tribu guerrera, en la actualidad se dedican fundamentalmente al pastoreo semi-nómada de bóvidos, ovejas y cabras, su principal fuente de riqueza. Los Masai viven en asentamientos llamados zamoras. Se trata de unas estructuras circulares formadas por cabañas de adobe y paja donde, además, también se guarda el ganado. Hasta mediados del Sg. XX los Masai vivían dentro del cráter del Ngorongoro pero cuando fue declarado zona de conservación tuvieron que abandonarlo y asentarse en las laderas exteriores. Mientras cruzamos el cráter destino al P.N. del Serengueti, o viceversa, podremos ver diversos poblados Masai así como sus zonas de pastoreo.
CÓMO VISITAR EL CRÁTER DEL NGORONGORO Y LLEGAR DESDE ARUSHA. NUESTRO CONSEJO
Si venimos del este, desde la cercana población de Karatu, el ingreso se hace por la Puerta Loduare y si venimos del oeste, desde el Serengueti, lo haremos por la puerta Naabi Hill Gate. La puerta Puerta Loduare cuenta con baños, una pequeña tienda y una exposición donde se explican varios aspectos del cráter, como su formación, flora y fauna etc.
La mayoría de los viajeros llegan a la Zona de Conservación del Ngorongoro dentro de un paquete turístico que incluye otras visitas a los Parques Naciones del norte de Tanzania, como Tarangire o Serengueti, partiendo de la localidad de Arusha, a unos 180 kilómetros de distancia. Acceder y visitar por libre (con tu propio vehículo de alquiler) el cráter del Ngorongoro no está prohibido ni es imposible pero si es, realmente, difícil y costoso. El acceso solo se puede hacer con vehículos 4×4, el precio por persona para entrar al Área de conservación (que incluye un espacio mucho mayor que el cráter), tiene un coste para los extranjeros de 70,80$, a lo que hay que sumar 259$ más por el vehículo (tarifas año 2022). La entrada es válida únicamente para 24h y está prohibido permanecer dentro del cráter entre las 19:00 PM y las 06:00 AM. Además, los trámites y el papeleo para acceder si vamos por nuestra cuenta son lentos y tediosos. En cualquier caso, lo mejor es visitar web oficial si decidimos entrar por nuestra cuenta. Nosotros recomendamos hacer esta visita de forma organizada, con alguna de las empresas locales que funcionan desde Arusha.
Nosotros, después de darle muchas vueltas, decidimos conocer los parques tanzanos con un guía local de habla castellana (Moisés) y su empresa Mi viaje expedición y no podemos estar más contentos. Le conocimos a través de Facebook, en una página de viajes a África y, posteriormente, vía WhatsApp, concretamos desde España con él las visitas y preparamos un recorrido que se adaptaba a nuestros gustos. Ellos se encargaron de realizar todos los trámites y permisos para visitar cada Reserva, incluida el Área del Ngorongoro, así como buscar los alojamientos y preparar la comida (siempre con una sonrisa). Sin duda, os recomendamos sus servicios, nosotros si volvemos a Tanzania o Kenia no dudaremos en hacer el viaje con ellos.CUÁL ES LA MEJOR ÉPOCA PARA VISITAR EL CRÁTER DEL NGORONGORO
Cualquier momento del año es bueno para disfrutar de las maravillas que nos ofrece el Cráter del Ngorongoro. A diferencia de otros parques tanzanos como Tarangire o Serengeti, dentro del cráter la migración de las especies es prácticamente nula. En el Ngorongoro nunca escasea la comida ni el agua, por lo que especies como ñus y cebras, claramente migratorias, permanecen durante todo el año. Fuera del cráter, pero dentro del Área de Conservación, sí que encontramos los flujos migratorios habituales.
CONSEJO: No obstante sí que debemos tener en cuenta, por el estado de los caminos y el tamaño de la vegetación (que puede dificultar el avistamiento de animales), el hecho de que existen dos estaciones marcadas: estación lluviosa, de marzo a principios de junio, y la estación seca, de julio a noviembre. Para los amantes de las aves, de noviembre a marzo será la temporada ideal para observar los cientos de especies migratorias que llegan hasta el Ngorongoro.
NUESTEA EXPERIENCIA Y SAFARI VISITANDO EL CRÁTER DEL NGORONGORO
Conocer la Zona de Conservación del Ngorongoro es una experiencia única, uno de los momentos cumbres del viaje a Tanzania. Solo deciros que al acceder a la caldera uno de nosotros lloro (un poquito) de la emoción de estar allí. Llegamos a primera hora de la mañana, tras pasar tres días descubriendo el Serengeti. Por el camino pasamos por varias aldeas Masai y con forme nos íbamos acercando, el espectacular paisaje que se abre ante nosotros desde fuera del cráter es una magnifica antesala a lo que nos encontraríamos dentro de él.
La Zona de Conservación del Ngorongoro es una espacio amplio que abarca mucho más que el propio cráter y en la que se pueden hacer un sinfín de actividades, tanto de naturaleza, como visitas guiadas a pie y excursiones hasta la garganta de Olduvai o también de carácter cultural, como las visitas a las aldeas Masai, donde conoceremos su forma de vida, o visitas a museos y yacimientos arqueológicos que encontramos en la zona (en esta tierras del valle del Rift y Olduvai Gorge es donde aparecieron los primeros homínidos).
LOS ANIMALES QUÉ VAMOS A VER
Pero la razón principal para llegar hasta aquí es, sin duda, bajar al cráter del Ngorongoro en busca de su fauna y, como no, de los “Big Five”, pues es uno de los mejores lugares para poder verlos. La visita se hace a través de una ruta circular que discurre por un camino de tierra perfectamente transitable (en época seca).
Tras pasar la puerta de acceso, se toma el camino que baja de forma sinuosa hasta el centro del cráter. A lo largo de este descenso, cruzamos una zona de bosque espeso, en el que ya nos encontramos con los primeros animales, es la zona conocida como Lerai Forest plagada de babuinos y monos vervet y en la que destacan las acacias de corteza amarilla. También es fácil toparse con algún elefante o incluso búfalos.
Ya en la parte baja del cráter llama la atención la imagen de las eternas nubes cayendo por las laderas volcánicas y el desfile de animales salvajes que se transforma es un continuo. Recorriendo la pista principal nos toparemos con una zona pantanosa en la que los hipopótamos disfrutan unos encima de otros en las charcas.
Las llanuras del Ngorongoro son un festín de cebras, ñus, gacelas Thompson e impalas que nunca nos cansamos de ver y que nos regalaron momentos únicos en los que vimos como jugaban, cruzaban por delante de nuestro coche o, simplemente, pastaban indiferentes a nuestra presencia.
También tuvimos la suerte de poder ver chacales, varios grupos de hienas, facóqueros o elefantes, de un tamaño mayor de lo que habíamos visto hasta ahora.
Esperábamos toparnos con alguno de los famosos leones “pride” de melena negra del Ngorongoro, pero no tuvimos suerte, y nos tuvimos que “conformar” con la presencia de varias leonas descansando.
Curiosidad, en el cráter den Ngorongoro no hay jirafas, la idea más extendida que explica la falta de estos animales en este ecosistema es que no son capaces de bajar por las empinadas laderas del cráter.
Continuamos el recorrido acompañados por la multitud de herbívoros hasta llegar a Ngoitokitok Picnic Area, junto a un lago con hipopótamos y bonitas vistas. Es la zona habitual de descanso de los safaris y cuenta con baños y aseos. Aquí disfrutamos de una rica comida, como los días anteriores y aprovechamos para estirar las piernas.
De regreso hacia la entrada principal por el lado norte del cráter cruzamos el Lago Makat y zona conocida como “el Jardín del Edén”, y, os prometemos, que el nombre le hace perfecta justicia. Cada paso es una auténtica postal con todo tipo de animales herbívoros alimentándose en los pastos cercanos, además de cientos de aves.
Cientos de emociones que suponen una de las mejores versiones del África salvaje que hemos tenido hasta el momento, enmarcadas en este círculo volcánico tan increíble que parece falso y dentro de una atmosfera irreal verdeazulada donde no hacen falta prismáticos para ver y sentir la vida.
Tristemente es hora de salir del cráter y comenzamos la subida por la ladera pero nos esperaba la última sorpresa, a lo lejos pudimos ver un rinoceronte negro, un momento de fortuna pues están en enorme peligro de extinción y sería el único que veríamos en nuestro paso por Tanzania, un broche perfecto para este impresionante safari.
De camino a Karatu, nuestra base de operaciones, paramos en el Mirador del Cráter del Ngorongoro para disfrutar por última vez del paisaje de la caldera y ver como hormigas a los elefantes que vimos como gigantes hacia escasos 30 minutos. Si quieres vida, sentirla como nunca y apreciarla como se merece, el cráter del Ngorongoro es el lugar donde debes ir.
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