Comenzaba nuestro ultimo día en la Ruta por Islandia, la tarde anterior habíamos visitado dos de las tres maravillas del Circulo Dorado: Geyser y Gulfoss, pero nos quedaba el Parque Nacional de Thingvellir, y lo conoceríamos de una manera muy especial que resultaría inolvidable, buceando entre dos placas tectónicas.
Desde Reikiavic parten visitadas guiadas en Español que recorren el Circulo Dorado a precios muy ajustados, una buena forma de conocer esta zona si no disponemos de tiempo o vehículo. Toda la información en este enlace.
Silfra, snorkel entre las placas tectónicas de Islandia
Tras nuestro ya habitual ritual mañanero, nos pusimos en marcha camino a Thingviller. Esta es una de las zonas de Islandia donde naturaleza e historia se unen, no obstante aquí se celebraban las reuniones del parlamento más antiguo del mundo. A las 10 de la mañana habíamos quedado para hacer snorkel en Silfra, la fisura que separa las placas tectónicas euroasiática y norteamericana (que se separan 20 cm más cada año), toda una oportunidad de poder observar de cerca el origen de nuestro planeta. Por si esto no fuera suficiente, en esta fisura se encuentran unas de las aguas más transparentes del mundo, con una visibilidad de hasta 100 metros de profundidad.
Son varias las empresas por la zona que realizan esta actividad y los precios, unos 16.990 isk, todas ellas son bastante similares por lo que para elegir nos guiamos por las buenas críticas de Dive. Éramos un grupo de unas quince personas, nos dieron en primer lugar una charla poco tranquilizadora sobre la actividad y las precauciones que debíamos tomar para evitar situaciones peligrosas. La parte de vestirse tampoco es simple, encima de tu ropa te colocas un primer traje de plumas y después el neopreno seco, el gorro, los guantes y las aletas, las gafas y hasta una especie de anilla que se ajusta a tu cuello para evitar que entre agua dentro del traje. ¡Ya estamos listos para hacer snorkel durante una hora entre dos continentes!
La temperatura del agua es de unos 3ºc y aunque en un primer momento no se nota el frio (yo creo que por los nervios que tienes en ese momento) según pasa el tiempo las manos y la cara se van congelando. La visión una vez dentro del agua es… increible, cortados de más de 100 metros, colores y tonalidades que, una vez más, parecen sacadas de otro planeta. Es difícil explicarlo con palabras, por lo que mejor dejamos unas fotos.
Como decía, dentro del agua estuvimos sobre una hora, mas tu cuerpo se congelaría… aunque el mío estuvo a punto, menos mal a las dos tazas de chocolate caliente- cortesía de la empresa Dive- y de unos saquitos calienta-manos que me dejo una simpática norteamericana.
Después del snorkel volvimos a la caravana a coger un poco de calor y antes de partir hacia la capital, aun nos dio tiempo de pasear por unos de los senderos del parque nacional, subiendo a una montaña de lava desde la que se ve Reykiavik y el océano, así como de visitar la cascada de Oxararfoss.
De vuelta a la caravana…. Nos habíamos quedado sin batería! Menos mal este problemilla si tuvo rápida solución y pudimos partir hacia la capital, Reikiavik, última parada de nuestro viaje a Islandia.
Reikiavik, el centro de la cultura de Islandia
Teníamos solo unas horas para visitar la ciudad, a si que rápidamente aparcamos la caravana junto al paseo marítimo y la famosa escultura de el barco vikingo también conocido como la Nave del Sol y comenzamos a callejear por el centro de la ciudad, descubriendo sus múltiples casitas de colores, hasta llegar a Hallgrimskirka, la “especial” catedral de Reikiavik y sin duda su edificio más emblemático, delante de la cual está la escultura que representa a Leif Eriksson, hijo de Erik el Rojo.
Esta estatua fue un regalo de los estados unidos en 1930 al pueblo islandés para conmemorar los mil años de la creación del parlamento de Islandia (que habíamos visitado por la mañana).
La catedral, que aunque se conoce por ese nombre en realidad es una iglesia, cuenta con una torre de 75 metros de alto y es visible desde 20 kilómetros a la redonda. A las horas a las que llegamos estaba cerrada, la visita a su interior es gratis pero para poder acceder a la torre hay que pagar unos 700ISK.
Continuamos recorriendo sus calles, estaba anocheciendo y era sábado por lo que numerosos grupos de jóvenes deambulaban por el centro en busca de un restaurante o uno de los múltiples Pub (sobre todo en la calle Laugavegur) ya que aunque por el clima pueda parecer lo contrario, Reikiavik es una ciudad muy animada y famosa por su fiesta nocturna. Nosotros, tras pasar por alguna tienda les imitamos y nos tomamos las que serian nuestras últimas cervezas islandesas.
Runtur, la mayor juerga de Europa, la fiesta con mayúsculas. La Runtur es la forma que tienen los islandeses de salir de marcha, es tan famosa que a Reikiavik se le conoce como la “Ibiza del norte”, y ¿en qué consiste?, la premisa es fácil, se inicia una ruta por los bares y pubs de la ciudad el viernes por la tarde y se termina el domingo al mediodía.
Pero no podíamos marcharnos de Reikiavik sin probar los que son conocidos como los perritos calientes más sabrosos del mundo en Beajarins (situados en la calle tryggvategata 1), ricos están aunque quizás un poco pequeños. Después de aquello y con mucha pena, pusimos rumbo al aeropuerto de Keflavik, limpiamos la que había sido nuestra casa los últimos 8 días y esperamos la salida de nuestro avión que nos llevaría de vuelta a casa, pasando primero por Londres.
Existen autobuses lanzadera que unen Reikiavic y el aeropuerto de Keflavik en 45 minutos, incluyen el traslado o la recogida en los hoteles de la ciudad, en este enlace encontraréis los precios y horarios actualizados.
Islandia es un país increible, lleno de contrastes culturales y naturales. Para el viajero supone una experiencia dificilmente comparable, esperamos poder volver pronto!