Estamos de vuelta y eso significa que el viaje a Myanmar acaba, pero dejamos la traca final: Yangon. Como la experiencia del primer día fue tan buena, hemos vuelto a reservar en el mismo hotel, Hostal Mothern Land Inn 2 , el precio por 3 habitaciones dobles y una triple fue de 153,76$ (para las 9 mochilas). Llegamos a las 21:00h y el caos del día de Año Nuevo se nota donde más, el camino desde el aeropuerto hasta el hotel es una locura. El conductor nos dice que el día siguiente va a ser igual de loco y que hay celebraciones por toda la ciudad. Nos habla de un “pasa calles”, en la plaza donde se encuentra la Pagoda Sule, nos dice que se instalan mangueras que mojan a todos los coches, furgonetas, etc que pasan por debajo.
Antes de ir a dejar las mochilas le pedimos al conductor que pare en la Shwedagon Paya (la maravilla que destella) para verla por la noche, iluminada. Esta pagoda se ve desde todo Yangon y se siente en todo Myanmar, posiblemente sea el templo religioso más imponente de Asia. Su tamaño descomunal y su color dorado le dotan de un aura mística que se cuela por todo el cuerpo dejando una sensación indescriptible. Pero vayamos por partes.
Yangon aunque ya no es la capital sigue siendo la ciudad con mayor volumen de negocios y de población. Su historia destaca por las catástrofes, como el incendio de 1841 que dejo la ciudad casi destruida por completo; por los cambios de nombre, Yangon, Rangun, Yangon otra vez; por ser el centro de las mayores protestas nacionalistas encabezadas por monjes budistas que terminaron en las manifestaciones antigubernamentales; en 2008, el ciclón más brutal en la historia moderna de Myanmar dejo a Yangon declarada como zona catastrófica, afectando a todos los suministros de la ciudad. Pero siempre la ciudad se ha recuperado hasta hoy en día que es un núcleo urbano más importante de Myanmar con 33 distritos, una vida intensa y una sensación espiritual que en pocos sitios se puede sentir.QUÉ VER EN YAGON, LA CIUDAD ETERNA DE MYANMAR
Al llegar al Hotel dejamos las mochilas y rápidamente fuimos a cenar, al día siguiente había que madrugar mucho porque mucho tenemos que ver y poco tiempo nos queda. Yangon tiene innumerables atractivos pero nosotros elegimos 4, la Shwedagon Paya, la Chaukhtatgyi paya y su buda tumbado de 65m, la Ngahtatgyi Paya que cuenta con otro Buda sedente de 14m de altura y por último el Water Festival en la Pagoda Sule, en el propio centro de Yangón, al lado del Ayuntamiento y el Monumento a la Independencia.
Shwedagon Paya, la pagoda más bonita del mundo
Empecemos por el principio, la Shwedagon Paya. Se cree que la zedi de 99m de altura guarda entre sus 27 toneladas de pan de oro ocho pelos de Gautama Buda y reliquias de tres Budas anteriores. La leyenda nos sitúa en algún momento atemporal en el que dos hermanos se juntaron con Buda, este les dio 8 cabellos para que los llevaran a Myanmar. Allí los llevaron y guardaron con otras 3 reliquias anteriores en un templo de plata que se encerró dentro de otro de estaño, este dentro de otro de cobre, otro de plomo, otro de mármol y finalmente otro de hierro y ladrillo. Los historiadores centran su construcción entre el siglo VI y el X pero al igual que otros muchos templos birmanos fue reformado en incontables ocasiones lo que dificulta su datación inicial. Aunque todas las leyendas tienen algo de verdad y para quienes quieran soñar con los tesoros que la stupa puede guardar en su interior, en lo más alto de la zedi hay un ladrillo que lleva grabado el año 1485. Fue en ese siglo XV cuando empezó la tradición de dorar la pagoda. En el año 1612 un pirata portugués llamado Filipe de Brito robo la campana de 30 toneladas para hacer armas y cañones pero se le cayó al rio y hay continua. El monumento ha sufrido 8 terremotos, el ciclón Nargis de 2008 y ha sido testigo de las protestas políticas en incontables ocasiones incluidas la de los monjes de 2007.
El templo se alza en una colina y termina en una terraza principal a la que se puede acceder por 4 escaleras cubiertas o zaungdan, en estas se pueden comprar todo tipo de recuerdos, ofrendas de flores, imágenes de Buda, libros, antigüedades, etc. En la misma terraza, alrededor de la stupa principal hay hasta 60 stupas péqueñas que no hacen más que engrandecer la primera.
Podíamos escribir cientos de hojas sobre las bondades arquitectónicas de la Shwedagon Paya pero donde reside el encanto real de la este monumento es en la gente que allí se encuentra, en los cientos de monjes que andan y rezan en su interior, en los cientos de personas que peregrinan, en las decenas de ceremonias que se realizan diariamente o en las sesiones de adivinación que asombran a los extranjeros.
Chaukhtatgyi paya
Tras salir maravillados de la visita a la Shwedagon Paya, continuamos con la Chaukhtatgyi paya y su buda tumbado de 65m. Un techo enorme de metal cubre este Buda reclinado que es incluso más grande que el de Bago. Tiene una corona llena de piedras preciosas y diamantes. A sus pies hay un altar dedicado al santo Ma Thay que podía parar la lluvia a su antojo.
Ngahtatgyi Paya
Otra parada más que recomendada es la Ngahtatgyi Paya que tiene en su interior otro Buda sedente de 14m de altura repleto de piedras preciosas, posiblemente sea el más conmovedor de todo Myanmar por la sensación de serenidad que transmite. La parte posterior destaca por su madera tallada.
THINGYAN, VIVIMOS EL AÑO NUEVO BIRMANO
Como colofón queríamos hacer a pie la ruta colonial de Yangon, pero nos atrapo el Thingyan. Esta fue nuestra traca final, el fin de ceremonias, un espectáculo dentro de otro espectáculo. Si ya en si la plaza donde se encuentra la Pagoda Sule, el Ayuntamiento y el Monumento a la Independencia son en sí mismos una auténtica maravilla la suerte de estar allí esos días de año nuevo llenaron esa maravilla del mayor tesoro que tiene Myanmar, su gente.
Miles de personas celebrando a golpe de agua una fiesta indescriptible, una “bendición campal” que a nadie puede dejar indiferente. La plaza se divide en dos zonas, una más tranquila, llena de puestos callejeros donde se puede encontrar de todo tipo y clase de comida: grillos, tripas, hormigas, sesos… y otra parte, el “pasa calles” con el escenario y las actuaciones, donde cientos de mangueras apuntan a todos los que pasan en los camiones sin techo, además de otras muchas que apuntan directamente al cielo. La unión de música, colores, sensaciones….realmente mientras escribo esto un nudo en la garganta casi me impide leer en voz alta y revisarlo. Quiero volver a vivir ese momento en el que cientos de arcoíris salen del agua en suspensión continua que hay en la plaza.
Eramos muy pocos turistas y mezclados entre la muchedumbre parecíamos los únicos, realmente llamábamos la atención, la gente se acercaba a mojarnos, nos hablaban, cantaban al pasar a nuestro lado y al final, como no podía ser de otra manera, montamos en un camión sin techo y culminamos nuestro bautismo Birmano, limpiamos nuestro corazón con aquel agua lanzada desde la ilusión de quienes se caen y levantan mil veces y siguen sonriendo. Limpiamos nuestros pensamientos con aquellas enseñanzas de los “maestros de llaves” y amigos del camino que durante estos días tanto nos han enseñado. Aquellos pocos minutos de agua sin cesar cerraron un viaje que fue solo de ida, aquel agua que no queríamos que parara atrapo nuestros corazones para que jamás se fueran.
… adiós Myanamar… sabemos que volveremos.
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