Posiblemente no haya nada más característico de Lisboa (con el permiso del fado) que sus famosos tranvías amarillos traqueteando por las empinadas calles de la ciudad. Este símbolo de la capital de Portugal es, además, una de las mejores formas de recorrer Lisboa, en busca de sus espectaculares miradores y de ese aire “decadente” que proporciona un encanto especial a sus barrios. En este post nos centraremos en las que son las líneas más utilizadas por los turistas, la E28 la más antigua de Europa y la línea E15, más moderna y que conecta el centro de la ciudad con el barrio de Belem.
El Tranvía en Lisboa, su historia
La historia de los tranvías o como se les conoce en Portugal, los eléctricos, tiene su origen en los llamados coches americanos que, básicamente, eran tranvías tirados por caballos. Con la llegada del generador eléctrico y del carbón se inauguro la primera línea “moderna” en el año 1901, posteriormente, en la década de 1930, fueron remodelados perdurando hasta el día de hoy. La empresa Carris, actualmente, se encarga de gestionar las 5 líneas que componen la red de tranvías de Lisboa y que cubre un total de 48 kilómetros.
Existen dos tipos de tranvías, los remodelados, que constituyen la imagen típica de la ciudad, son de color amarillo como el famoso tranvía E28, siendo el más antiguo de Europa, y los tranvías eléctricos, el resto de líneas, mucho más modernos y que circulan por las zonas llanas de la ciudad.
Os recomendamos realizar un Free Tour por Lisboa recorriendo los puntos más importantes de la ciudad, donde a parte de los tranvías podréis conocer el pasado y presente de la ciudad. Recordar es GRATIS. Podéis reservar en este enlace.El Tranvía E28 de Lisboa, el más antiguo de Europa. Qué ver en su recorrido
Como ya hemos dicho, los tranvías de la línea E28 son los únicos que quedan en circulación de los conocidos como “remodelados”, que conservan tanto ese color amarillo tan característico como los bancos de madera de su interior.
No hay imagen más cautivadora de Lisboa que observar el traqueo del Tranvía E28 por las empinadas y estrechas calles del barrio de la Alfama, no obstante sus vías son las más inclinadas del mundo (superando a las del también magnifico Tranvía de la ciudad de San Francisco). Disfrutar de todo el recorrido nos llevara unos 40 minutos y nos permite contemplar algunos de los rincones más famosos de la ciudad.
El recorrido del E28 comienza en la plaza de Martim Moniz, a escasos minutos de la plaza del Rossio, donde conviene llegar a primera hora para poder conseguir un asiento. Desde allí nos adentraremos en algunos de los barrios más famosos de la capital portuguesa, como la Alfama donde podemos visitar el Castillo de San Jorge con algunas de las mejores vistas a la ciudad.
El viaje continua por el barrio de Baixa hasta adentrarnos en el bohemio barrio de Chiado, hoy uno de los animados de Lisboa. Por el camino podemos parar en el Mirador das Portas do Sol o el de Santa Lucia, para después continuar hasta la Basílica de Estrela, que es casi el final de trayecto.
Además de disfrutar de la ciudad de lo que tenemos que estar muy atentos en nuestro viaje es a los carteristas que ven a los viajeros apretados en los vagones como sus “victimas perfectas”, cualquier precaución es poca para evitar que se nos arruine la visita.
El Tranvía E15 de Lisboa, visita por el Barrio de Belem
Una de las visitas que no pueden faltar en la capital portuguesa es el Barrio de Belem. Para llegar a él lo mejor es tomar el tranvía articulado E15, que, aunque es de los denominados “modernos” y no guarda el encanto especial de la línea E28 realiza un recorrido muy interesante por la ciudad.
Lo normal es tomarlo o bien en la Praça da Figueira, el inicio de la línea o en la Praça do Comércio, una de las más bonitas de Europa, para recorrer posteriormente los algo más de 6 kilómetros que nos separan del barrio de Belem. Una vez allí encontraremos algunos de los edificios y construcciones más características de Lisboa, como el Monumento a los Descubridores construido en honor a Enrique el navegante.
Después podemos continuar por el estuario del Tajo, con el puente del 25 de Abril al fondo, hasta la Torre de Belem, emblema de la ciudad, que fue erigida para controlar el paso de entrada al puerto de Lisboa por el río.
Visitar sus calabozos o subir a lo más alto de la torre es imprescindible. Otro de los monumentos más importantes y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983, es el Monasterio de los Jerónimos, uno de los mayores ejemplos de arquitectura manuelina, mandado construir por Manuel I para conmemorar el regreso de la India de Vasco de Gama.
No podemos irnos de Belem sin probar sus famosos Pasteis de Belem en el lugar donde nacieron, la Antiga Confeitaria de Belém.
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